Verdades y mitos de los tatuajes :O


El mundo de los tatuajes está rodeado de un aura de misterio (y muchas veces de misticismo) desde la antigüedad. En nuestros días, la abundancia de información disponible en todos los medios a nuestra disposición ha conseguido que sea más sencillo acceder a mucha más literatura acerca de sus orígenes, su historia y su significado, aunque paralelamente nuestra sociedad de la información es el caldo de cultivo ideal para la propagación de todo tipo de rumores, leyendas urbanas y mitos sin ninguna base científica. 
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1. La aguja de tatuar es una única aguja 
La creencia de que la máquina de tatuar emplea una sola aguja para realizar los tatuajes es totalmente falsa. Efectivamente, puede emplearse una única aguja para realizar ciertas partes de un tatuaje, perfilar líneas, trabajar detalles muy pequeños, etc. Pero en realidad el número de agujas que se emplea varía. Para ciertas tareas se emplean grupos de agujas (normalmente un número impar, 3, 5, 7 y hasta 15) soldadas. Estos grupos de agujas permiten a los artistas rellenar zonas amplias con mayor rapidez, realizar sombreados con un mayor control, o simplemente dibujar trazos más gruesos. 
Paradójicamente, el número de agujas no está relacionado con el que tatuaje sea más doloroso; es decir un sombreado realizado con siete agujas, NO es siete veces más doloroso que si hubiese sido hecho una única aguja (hablaremos del dolor más adelante). 


 

2. Los tatuajes sangran mucho 
En la mayoría de casos, cuando el tatuador comienza dibujando o perfilando el tatuaje sobre la piel casi ni se produce sangre. Cuando se sombrean o colorean zonas más amplias se suele sangrar muy poco, y además el tatuaje deja de sangrar por si solo en 5 o 10 minutos. Cuando la persona abandona el estudio llevando su tatuaje vendado lo normal es que la piel ya haya dejado de sangrar completamente. En definitiva, un tatuaje realizado correctamente no implica ninguna pérdida de sangre significativa.

3. Algunas tintas pierden intensidad con el tiempo 
Es verdad que algunos colores como el rojo y el azul pierden un poco de intensidad una vez se ha curado el tatuaje, pero una vez asentados los colores se mantendrán uniformes. En los últimos años las innovaciones técnicas desarrolladas en las tintas para tatuajes han aprovechado la incorporación de algunos nuevos pigmentos mucho más resistentes a los elementos (el sol, el paso del tiempo, etc.), lo que hace que los tatuajes actuales mantengan mucho mejor el brillo de sus colores con el paso de los años. 

4. Los tatuajes se vuelven azulados con el paso del tiempo 
Cuando se habla de tatuajes, mucha gente tiene en mente la imagen de los antiguos tatuajes de color azulado / verdoso de la década de los 50s y 60s, o los típicos tatuajes “talegueros”(carcelarios) y del servicio militar. Hoy en día este efecto es inexistente gracias a la mejor calidad de las tintas empleadas y a máquinas de tatuar mucho más avanzadas y precisas. 

5. La tinta blanca (o de colores claros) duele mucho más 
Este es otro error comúnmente extendido. Lógicamente el dolor no depende en ninguna forma del color de la tinta empleada en el tatuaje. El origen de esta falsa creencia está en la propia técnica del tatuaje. Habitualmente los colores claros son empleados en las fases finales del tatuaje (para realizar brillos o realces de ciertas zonas) cuando el tatuaje está casi finalizado, por lo que el tatuador necesita trabajar de nuevo sobre zonas anteriormente tatuadas, que suelen estar más sensitivas tras sesiones anteriores. Este hecho da la percepción errónea a mucha gente de que las tintas de color claro duelen más que cuando les realizaron la parte correspondiente a los colores oscuros. 

 

6. El dolor del tatuaje es insoportable 
Es verdad que los tatuajes duelen; de eso no hay duda. Pero el nivel de dolor o de molestia depende de muchísimos factores, y en general todo el mundo tiene la sensación general de que “duele bastante menos de lo que esperaban”. 

El factor determinante para el dolor de un tatuaje es sobre todo la zona del cuerpo en la que se realiza: cuanta más terminaciones nerviosas tenga la zona del cuerpo, más doloroso será el tatuaje, siendo las zonas más sensibles, la palma de las manos, la cara, el interior de los muslos y los brazos, y la que menos la espalda. También es importante lo mullida que sea la zona. La máquina de tatuar hace impactar las agujas contra la piel, si la piel que se está tatuando está en zonas bajo las cuales hay hueso o poca carne que amortigüe los impactos, el tatuaje será más doloroso. Este es el caso de los tobillos, las muñecas, los nudillos, etc. 

Los tatuadores siempre intentan que sus clientes sufran lo menos posible y para ello emplean varias técnicas, y en casos extremos suelen disponer de una crema anestésica para personas especialmente sensibles que no puedan soportar el proceso. 


7. Los tatuadores son groseros y maleducados 
Como en cualquier otra profesión hay tantas personalidades como personas diferentes, así que hacer generalidades (como casi siempre) es un error. Los tatuadores también son personas, y obviamente pueden tener un “mal día” como cualquier otra persona. Tienen vidas personales a parte de su trabajo y problemas y preocupaciones que pueden influirles como a cualquier otro trabajador. Un tatuador no tiene porqué ser un macarra o un maleducado. 

8. Tatuar es fácil 
Actualmente, un tatuador es un profesional que emplea técnicas que necesitan de varios años de práctica y trabajo, y muchas veces estudio o investigación (de técnicas de otros lugares, estilos diferentes, etc.). Tatuar implica numerosos elementos además de saber dibujar bien: conocimiento de los diferentes tipos de pieles y pigmentos, calcular el tiempo que llevará un trabajo, normativas relativas a la higiene y la esterilización del equipo, manejo de aparatos como el autoclave, y también trato con la gente: aprender a escuchar a sus clientes para realizar el trabajo que mejor se adapte a sus ideas es fundamental. 

9. Los tatuajes son muy caros 
Como todo, esta afirmación depende de muchos factores, sobre todo de la complejidad del trabajo que quieras. Un trabajo pequeño y sencillo es totalmente asequible. Además si pensamos a largo plazo, el tatuaje es un añadido permanente a tu cuerpo. Lo pagarás una sola vez y te acompañará toda la vida; no tiene intereses, ni tendrás que financiarlo durante años; no te lo pueden robar ni lo puedes perder… 

 

El precio de un buen tatuaje, como ocurre con una obra de arte (más si cabe hecha a medida) no es un factor al que debiéramos dar demasiada importancia. 

10. Los tatuajes son para siempre 
En los últimos 15 años las técnicas de eliminación de tatuajes han conseguido mejoras increíbles. Hace años eliminar un tatuaje implicaba miles de euros en gastos médicos, pero con el paso de los años y la aparición de nuevos métodos, como el láser, los precios se han reducido y ya no es una tarea de años; aunque debemos recordar siempre que eliminar tatuajes es muchísimo más caro que hacerlos, y los resultados no son siempre totalmente satisfactorios (el ocasiones quedan sombras o restos), por lo que sigue siendo buena idea pensárselo seriamente antes de dar el paso. 

Y para terminar tres mitos verdaderos. Cuando elaboré esta lista me encontré con temas que se repetían habitualmente y que era fácil demostrar que eran falsos, pero entremezclados con las leyendas urbanas encontré varias afirmaciones comunes relativas al ámbito de la salud que muchas veces despiertan dudas, por lo que he decidido consultar a profesionales de la salud en España. (No sé si estas conclusiones son aplicables a todos los países del mundo, pero al menos en España tienen aplicación). 

 

11. Complicaciones relativas a los tatuajes y las resonancias magnéticas. 
Parece ser cierto que las resonancias magnéticas están desaconsejadas cuando se tiene un tatuaje reciente, más que nada a modo de precaución y porque parece que en la literatura médica hay casos documentados de gente a la que le sangró un tatuaje reciente al someterse a una resonancia. 

También parecen estar documentados algunos casos aislados de personas sometidas a una resonancia magnética que han tenido una sensación de “picor” o “quemazón” en sus tatuajes. Como digo han sido casos aislados y no parece ocurrir casi nunca (nada que ver con historias completamente falsas de gente a la que “le explotan sus tatuajes” y otras fantasía similares que podemos encontrar en Internet, o a las que el imán de TAC les arranca la tinta y la piel tatuada de cuajo, como un episodio de la serie televisiva “House”). 

Se cree que estos efectos secundarios pueden ser debidos a la presencia de elementos metálicos en algunos pigmentos del tatuaje, que podrían “reaccionar” con el potente campo magnético que se emplea en las resonancias. En todo caso, y por lo que yo he podido averiguar todas las incidencias que parecen relacionar tatuaje y resonancia magnética parecen ser leves y de escasa importancia, debería ser un tema anecdótico debido sobre todo a que las tintas con componentes metálicos están prácticamente en desuso en el tatuaje moderno. 


12. Tatuajes y embarazo 
Como regla general está desaconsejado hacerse tatuajes durante el embarazo, básicamente porque existe un riesgo, anqué sea mínimo, de contraer enfermedades o tener complicaciones (que el tatuaje se infecte, por ejemplo) que puedan afectar negativamente al niño, y lo mejor para el niño es que la madre se exponga a riesgos para la salud lo menos posible durante su periodo de embarazo. 

Por otro lado, también es cierto que los tatuajes en la parte baja de la espalda pueden ocasionar que no se pueda practicar la anestesia epidural, que suele administrarse durante el parto para evitar los dolores. Esto es debido a que la anestesia epidural se administra en esa zona y en teoría, si la aguja que se emplea “arrastra” algo de tinta del tatuaje hacia el interior podrían ocasionarse complicaciones serias, por lo que, como norma general, un tatuaje que cubra la parte baja de la espalda puede no ser una buena idea si algún día quieres tener un hijo y que te administren la anestesia epidural 

 

13. Los tatuajes y la donación de sangre 
Y terminamos este artículo con el punto 13 (que como sabréis en un símbolo de buena suerte en el mundo del tatuaje) con otro tema que aparece comúnmente cuando se habla de hacerse un tatuaje: la donación de sangre. 

Efectivamente, es cierto que en muchos países (entre ellos España) un tatuaje nos imposibilita para donar sangre durante un periodo de tiempo (habitualmente hasta dos años). Esto es una medida de prevención de los servicios sanitarios debido al riesgo hipotético de que hayamos contraído alguna enfermedad a causa de nuestro tatuaje reciente; una enfermedad que puede que aún no aparezca en los análisis, de ahí este periodo de seguridad (periodo ventana). 

Esta limitación para la donación de sangre se aplica a muchos otros ámbitos (no es algo exclusivo de la gente tatuada). Es bastante habitual después de haber viajado a algunos países en los que son comunes ciertas enfermedades, por ejemplo. 

Pasado el periodo de cuarentena (que depende de la legislación sanitaria de cada país) podremos volver a donar sangre con normalidad. 





Fuente: http://www.tatuarte.org/

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